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El final de la era del carbón barato

Las previsiones recientes indican que las reservas probadas de carbón son muy inferiores a las estimaciones realizadas en la década de los 90. El aporte de energía requerida a nivel mundial difícilmente podrá alcanzarse para cubrir las necesidades de la demanda solo de unas pocas décadas. Por lo tanto, se requerirán límites de consumo en todos los sectores de la sociedad tales como transporte e industria que se impondrán en función del coste y de los recortes de suministro si no se han establecido mediante política energética y planificación. Esta situación de coste elevado no solo del carbón sino también del petróleo apunta en la dirección de dedicar mayores esfuerzos en eficiencia energética e infraestructura en energías renovables.

Un estudio reciente publicado por Heinberg y Fridley ha puesto de relieve que las reservas probadas de carbón disminuyen a un ritmo superior al esperado. Estos autores consideran que la política energética a nivel mundial se basa en la idea arraigada de que el carbón permanecerá barato a lo largo de las próximas décadas. Sobre esta base se ha apoyado la inversión en la tecnología “carbón limpio” en detrimento del esfuerzo realizado para mejorar la conservación de la energía y el desarrollo de fuentes alternativas de energía.

Existen dos razones para pensar que el precio del carbón experimentará un aumento significativo en los próximos años. En primer lugar, los análisis geológicos detallados recientes sugieren que las reservas de carbón útil (potencia calorífica dentro de los límites estándar) pueden ser menos abundantes que las aceptadas tradicionalmente. En verdad, estas previsiones moderadamente optimistas sitúan el máximo de producción de carbón solo algunos años en adelante, aunque un análisis más pesimista, publicado en 2010, sitúa este máximo en 2011. En segundo lugar, la demanda global de carbón está creciendo rápidamente en los últimos años, principalmente por el incremento del consumo en China. Las cifras de este crecimiento son ilustrativas: mientras que la demanda de carbón creció modestamente en los años 90 (0.45% por año), a partir del año 2000 se incrementó fuertemente (3.8% cada año). China es el máximo productor de carbón con un 40% de la producción mundial, pero también es el máximo consumidor. A partir de estas cifras se puede inferir que el precio del carbón aumentará progresivamente en los próximos años. El sobresalto económico inducido por la subida de los precios del carbón se sentirá en todos los sectores de la sociedad.

Las previsiones de futuro de aporte de carbón al mercado requieren estimaciones precisas de las reservas de los países productores. Conforme a los datos proporcionados por el Ministerio de Tierras y Recursos de China, el país tiene unas reservas probadas de carbón de 187.000 millones de toneladas (en segundo lugar después de Estados Unidos). Si se considera la velocidad de consumo constante de 2009 de 3.000 millones de toneladas por año, el país dispone de reservas para 62 años. Esta forma tan simple de calcular puede generar un falso sentido de la seguridad del estado de las reservas actuales. Las reservas probadas de carbón recuperable son estimaciones que los geólogos consideran como técnica- y económicamente explotables. La mejora de las tecnologías de explotación disponibles y el incremento del precio del carbón deben, en principio, incrementar la cantidad de tales reservas. Además, las reservas de carbón de países productores como Alemania y Sudáfrica han caído más de un tercio entre 2003 y 2008. Aún más ilustrativa es la evolución de las estimaciones de las reservas de carbón

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del Reino Unido que pasaron de los 900 años a finales del siglo XIX hasta 12 años en la actualidad. Algo similar ha ocurrido con las estimaciones de Estados Unidos cuyas reservas pasaron desde 400 años con los datos de 1974 a 240 años en la actualidad. Afortunadamente, hay excepciones a esta tendencia: las estimaciones de reservas en Indonesia e India han crecido. Aún así, la conclusión general es que las estimaciones de las reservas globales han caído con una velocidad muy superior a la de explotación. En muchos casos, la explotación del carbón resulta compleja. Por ejemplo, en China más del 90% del carbón se extrae de minas cuya profundidad de extracción no supera los 1.000 metros, lo que presenta verdaderos retos para la ingeniería de extracción. Otra fracción resulta difícil, sino imposible, de explotar.

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Una forma de estimar la producción futura de carbón se basa en el análisis de las tendencias de producción del pasado. Este método lo ideó el geofísico K. Hubbert en los años 50 para la industria del petróleo, y que ya se ha comentado en ocasiones anteriores en este blog. Conforme al método de Hubbert, el análisis realizado en 2007 mostró que la producción de carbón en China alcanzará un máximo y declinará antes de 62 años2, tal como se ha estimado para las reservas probadas, y probablemente no más allá de 2025. En el periodo donde la producción alcanza su máximo, y particularmente después, la calidad del carbón extraído disminuirá y los costes de extracción se incrementarán de forma progresiva. Otra previsión más pesimista elaborada en 2007 por Energy Watch Group indica un pico de producción de carbón en 2015 con un declive fuerte que empieza a partir de 2020.

Estos análisis se aplicaron también al petróleo. En 1998 ya se concluyó que la era del petróleo barato había llegado a su fin. Desde entonces, el precio del petróleo ha crecido notablemente tal como lo han hecho los costes de exploración y extracción. Este hecho queda ilustrado por el precio actual del barril de petróleo situado alrededor de los 90 dólares y que resulta unas tres veces superior a las estimaciones que se hicieron en 1997 para los precios de 2010. Nuevas tecnologías como la extracción en aguas profundas y perforación horizontal, entre otras, así como explotación de arenas bituminosas han permitido acceder a reservas marginales, aunque su producción implica coste y riesgo elevados.

Una nueva tecnología de explotación de carbón -la gasificación subterránea- puede hacer accesibles aquellas reservas probadas que resultan extremadamente difíciles de explotar con la tecnología de extracción convencional. No obstante, se requerirá tiempo e inversiones para que esta tecnología alcance la comercialización a gran escala. Entretanto, las reservas de carbón mundiales de alta calidad decrecerán rápidamente conforme se incrementa el consumo.

Estas estimaciones indican que el aporte de energía requerida a nivel mundial difícilmente podrá alcanzarse para cubrir las necesidades de la demanda más allá de de las dos próximas décadas. Por tanto, se requerirán límites de consumo en todos los sectores de la sociedad tales como transporte e industria, que se impondrán en función del coste y de los recortes de suministro si no se han establecido mediante política energética y planificación. Esta situación de coste elevado no solo del carbón sino también del petróleo apunta en la dirección de dedicar mayores esfuerzos en eficiencia energética e infraestructura en energías renovables.

1        R. Heinberg, D. Fridley, Nature 468 (2010) 367-369.

2        Z.Tao, M. Li, Energy Policy, 35 (2007) 3145-3154.

Autor: [José L.G. Fierro, Grupo de Energía y Química Sostenible, ICP-CSIC, Madrid]

Fuente: MadrI+D

COMENTARIOS A LA NOTICIA

Si lo que este artículo dice resulta cierto (que seguramente lo es, dada la rigurosidad del autor), podemos decir que las cosas se pueden poner aun más feas de lo que ya son.

El fin de un carbón barato, materia prima con la que actualmente la humanidad genera casi la mitad de su energía final, significaría la aceleración del fin de un modelo energético que ha dominado el progreso de la humanidad en los últimos 100 años.

El fin del carbón, junto al agotamiento del petróleo, provocará una fase en la que los precios de los combustibles y la energía se disparen. Los países que más lo sufrirán, como siempre, serán los países en desarrollo.

Esto, que visto así parece el preludio de una tragedia, puede ser la chispa que prenda fuego a un cambio global, el cambio que desde Reenergiza demandamos. Un cambio de modelo energético en el que el mayor peso recaiga en un mix de energías renovables, apoyadas por energía hidráulica , ciclos combinados de gas y las centrales nucleares actuales, mientras puedan seguir en servicio.

Como cuenta el artículo, gracias al análisis de tendencias de Hubbert, se ha demostrado que los cálculos de recursos suelen ser demasiado opimistas. Por tanto, los gestores avezados deberían tener esto muy en cuenta, e ir haciendo los deberes, para no permitir un mayor endeudamiento en la balanza energética, y una mayor dependencia energética exterior, que en el caso de España como sabemos alcanza el 80%.

Un país como España, con los niveles de insolación mayores de Europa, debería desarrollar una capacidad de producción solar termoeléctrica suficiente para cubrir nuestras necesidades, e incluso podría plantearse una sobregeneración para venta a nuestros vecinos europeos.

Esperemos llegar a ver algun día un cambio de modelo en esta dirección. No para confirmar que estamos en lo cierto, sino para asegurarnos la subsistencia energética y una mayor independencia exterior, que no hipoteque el ya de por si complicado futuro de nuestro país.

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About José Miguel Corrales

Ingeniero Industrial, especializado en Ahorro Energético, Eficiencia Energética y Energías Renovables. Preocupado por la sostenibilidad económica y medioambiental de nuestra sociedad.
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